Todas las instrucciones necesarias para crear un ser humano pueden ser escritas con la combinación de cuatro letras que representan componentes químicos llamados bases. La palabra que define al homo sapiens está compuesta por más de 3.000 millones de estas letras. BBC Mundo nos cuenta cómo se pasa de 'A', 'C', 'G' y 'T' a un individuo.
1. Las cuatro letras
Todo el código genético se transcribe con tan sólo cuatro letras químicas o bases: la adenina (A) que hace par con la timina (T) y la citosina (C) que hace par con la guanina (G). El genoma humano está compuesto por entre 2,8 y 3,5 millones de pares de bases.
2. La dóble hélice de ADN
Los pares de bases A-T y C-G constituyen los escalones de la espiral de ADN o ácido desoxirribonucleico, elemento básico de todo ser vivo conocido. Al recorrer "de arriba abajo" la doble hélice, se puede "leer" el código de la vida. De ser posible "estirar" el ADN de una célula humana, mediría dos metros.
3. Genes
Sólo el 3% del total del genoma humano está compuesto por genes - el resto son "deshechos". Los genes son secuencias especiales de cientos o miles de pares de bases que constituyen la matriz para la fabricación de todas las proteínas que el cuerpo necesita producir y determinan las características hereditarias de la célula u organismo.
4. Cromosomas
El número total de genes que existe en cada célula humana no se conoce con precisión, aunque se estima que oscile entre 30.000 y 120.000. Todos ellos, conjuntamente con el restante material genético de deshecho, se distribuyen en "cápsulas" llamadas cromosomas. Cada ser humano cuenta con 23 pares de cromosomas, proveniendo un juego del padre y otro de la madre.
5. Núcleo y célula
El total de 46 cromosomas humanos se encuentran en el núcleo de cada célula del cuerpo humano (excepto las células reproductoras, que sólo tienen la mitad). De esta forma, la mayoría de las celulas contienen toda la "fórmula" para crear un ser humano.
6. Cuerpo
Cada una de las células de nuestro cuerpo se "especializa" en realizar determinada tarea de acuerdo con las instrucciones genéticas incluidas en el genoma. El resultado: la formación de sangre, músculos, huesos, órganos. El cuerpo humano está integrado por un total de 100 billones (millones de millones) de células.
Una consecuencia de la teoría de la relatividad es el rechazo de la noción de un único y absoluto sistema de referencia. Previamente se creía que el universo viajaba a través de una sustancia conocida como éter (identificable como el espacio absoluto) en relación a la cual podían ser medidas velocidades. Sin embargo, los resultados de varios experimentos, que culminaron en el famoso experimento de Michelson-Morley, sugirieron que, o la Tierra estaba siempre estacionaria (lo que es un absurdo), o la noción de un sistema de referencia absoluto era errónea y debía de ser desechada. Einstein concluyó con la teoría especial de la relatividad que cualquier movimiento es relativo, no existiendo ningún concepto universal de "estacionario".
Equivalencia de masa y energía
Pero quizás mucho más importante fue la demostración de que la energía y la masa, anteriormente consideradas propiedades medibles diferenciadas, eran equivalentes, y se relacionaban a través de la que es sin duda la ecuación más famosa de la teoría:
lo que es precisamente igual a la energía en reposo, mc^2, más la energía cinética newtoniana, ½mv^2. Este es un ejemplo de cómo las dos teorías coinciden cuando las velocidades son pequeñas.
Además, a la velocidad de la luz, la energía será infinita, lo que impide que las partículas que tienen masa en reposo puedan alcanzar la velocidad de la luz.
La implicación más práctica de la teoría es que pone un límite superior a las leyes (ver Ley de la naturaleza) de la Mecánica clásica y la gravedad propuestas por Isaac Newton cuando las velocidades se acercan a las de la luz. Nada que pueda transportar masa o información puede moverse más rápido que dicha velocidad. Cuando un objeto se acerca a la velocidad de la luz (en cualquier sistema) la cantidad de energía requerida para seguir aumentando su velocidad aumenta rápida y asintóticamente hacia infinito, haciendo imposible el alcanzar la velocidad de la luz. Sólo partículas sin masa, tales como los fotones, pueden alcanzar dicha velocidad (y de hecho deben trasladarse en cualquier sistema de referencia a esa velocidad) que es aproximadamente 300.000 kilómetros por segundo (3·10^8 ms^-1).
El nombre taquión ha sido usado para nombrar partículas hipotéticas que se podrían mover más rápido que la velocidad de la luz. En la actualidad, aún no ha sido hallada evidencia experimental de su existencia.
La relatividad especial también muestra que el concepto de simultaneidad es relativo al observador: Si la materia puede viajar a lo largo de una línea (trayectoria) en el espacio-tiempo sin cambiar de velocidad, la teoría llama a esta línea intervalo temporal, ya que un observador siguiendo dicha línea no podría sentir movimiento (estaría en reposo), sino tan solo viajar en el tiempo de acuerdo a sus sistema de referencia. Similarmente, un intervalo espacial significa una línea recta en el espacio-tiempo a lo largo de la que ni la luz ni otra señal más lenta podría viajar. Sucesos a lo largo de un intervalo espacial no pueden influenciarse uno a otro transmitiendo luz o materia, y pueden aparecer como simultáneos a un observador en un sistema de referencia adecuado. Para observadores en diferentes sistemas de referencia, el suceso A puede parecer anterior al B o viceversa. Esto no sucede cuando consideramos sucesos separados por intervalos temporales.
La Relatividad Especial es universalmente aceptada por la comunidad física en la actualidad, al contrario de la relatividad general que está confirmada, pero con experiencias que podrían no excluír alguna teoría alternativa de la gravitación. Sin embargo, hay aún un conjunto de gente opuesta a la RE en varios campos, habiéndose propuesto varias alternativas, como las llamadas Teorías del Éter.
Líneas aerodinámicas alrededor de un perfil de ala
Pérdida de sustentación: un ángulo de ataque demasiado alto reduce la sustentación (y la curvatura)
El despegue
Para poder despegar, los motores de la aeronave deben alcanzar una fuerza equivalente a la tercera parte del peso total:
1.-En la cabecera de la pista el piloto, pone los motores a potencia de despegue. pero con los frenos accionados. Luego suelta los frenos y el avión comienza a rodar.
2.-Promediando la pista alcanza la velocidad denominada V1 (velocidad de decisión de despegue) alrededor de 215 Km/h.
3.-El piloto eleva el morro del avión con el timón de profundidad cuando se alcanza la velocidad de rotación o de despegue.
Con posterioridad se descubrieron más elementos químicos y se estudiaron sus propiedades. En 1871, cuando ya se conocían 62 elementos, el químico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléiev descubrió que, si se ordenaban los elementos por su peso, existía algún tipo de patrón y orden respecto a sus propiedades químicas. Mendeléiev ordenó los elementos en forma de tabla y publicó sus resultados en 1869. La tabla periódica desvelaba un orden oculto en la materia.
Tabla periódica de los elementos original de Mendeléiev
Mendeléiev había dejado algunos huecos en blanco en su tabla correspondientes a elementos hipotéticos completamente desconocidos. Según su tabla debían existir con una masa y unas propiedades químicas muy concretas. Sus teorías sobre la existencia de tal orden en las propiedades de los elementos químicos fueron ampliamente aceptadas cuando se descubrieron tres de esos elementos predichos: el escandio, el galio y el germanio.
¿Pero a qué se debe que exista ese orden en las propiedades de los indivisibles átomos? Pues precisamente a que no son indivisibles. Las pequeñas partículas llamadas átomos están en realidad formadas por partículas aún más pequeñas. Las primeras evidencias de la existencia de partículas más pequeñas que el átomo llegaron en 1897, cuando el físico J. J. Thomson, investigando los recién descubiertos rayos catódicos, determinó que éstos estaban formados por partículas con carga eléctrica negativa y con una masa de tan sólo 9,1x10-28 g. Bautizó estas partículas con el nombre de electrones (e-). Un año antes se había descubierto la radioactividad: los elementos químicos radiactivos emitían tres tipos de radiación diferentes, alfa, beta y gamma, compuestas de partículas muy energéticas y con propiedades distintas. Ambos fenómenos, la existencia del electrón y la radioactividad, levantaron la sospecha de que el átomo no era verdaderamente indivisible.
La confirmación llegó en 1911. El físico neozelandés Ernest Rutherford, estudiando cómo la radiación alfa era desviada por una fina lámina de oro, dedujo que la mayor parte de la masa de un átomo está concentrada en una minúscula región con carga positiva, el núcleo. El núcleo es tan pequeño en comparación con el tamaño del átomo que si tomamos una pelota de fútbol como tamaño a escala de un núcleo (unos 30 cm de diámetro) la superficie de un campo de fútbol de 30 Km de largo sería el tamaño correspondiente del átomo. Mucho campo para tan poca pelota. Los electrones se hallarían girando alrededor de este núcleo como si de un microsistema solar se tratase. Ocho años después, Rutherford obtuvo núcleos de átomos de hidrógeno. Como el hidrógeno era el átomo más ligero conocido, lo bautizó con el nombre de protón (p+), que significa el primero. Hoy sabemos que el protón es una partícula de carga positiva y masa igual a 1,67 x10-24 g. Un protón pesa por tanto 1836 veces más que un electrón. Se demostraba así que los átomos estaban compuestos de protones de carga positiva encerrados en un núcleo que era 1015 veces menor que el propio átomo, y de electrones distribuidos alrededor del mismo. Las diferencias entre los átomos de los distintos elementos químicos se debe tan sólo a que cada uno tiene una cantidad diferente de protones y de electrones. Además, las propiedades químicas de los átomos son debidas principalmente a los electrones que componen la zona exterior del átomo. Éstos se distribuyen por capas con una cierta periodicidad, lo que explica la periodicidad que descubrió Mendeleiev en las propiedades químicas de los elementos.
Pero si sólo se tenía en cuenta los protones y los electrones, la mayoría de los átomos parecían pesar el doble de lo esperado. En 1920 Rutherford sugirió que el núcleo debía contener otra partícula, sin carga eléctrica y de masa similar al protón. Bautizó a esta hipotética partícula con el nombre de neutrón. En 1932 J. Chadwick determinó experimentalmente su masa. Era ligeramente mayor que la del protón y el electrón juntos. Con su descubrimiento quedó completada la primera imagen de detalle del átomo. Estos componentes de la materia que originariamente se creían indivisibles y fundamentales, resultaban estar compuestos en realidad por tres tipos de partículas: el electrón, de carga negativa, el protón, de carga positiva y el neutrón, sin carga.
Mapa II de la Realidad
Ingeniero Civil Mecánico,en continuo perfeccionamiento. Gusta de la investigación y estudio,emprender como empresario,creativo,autónomo e independiente.